Llevamos escasamente seis meses del nuevo gobierno y los periódicos nos sorprenden cada día con los cambios y nuevos nombramientos. Ya probaron la ‘’primera ronda’’ de funcionarios y han removido a varios de los que tomaron posesión en enero de este año. Seguimos pensando que es cuestión de hombres y no del sistema. Cuando es el sistema el que está mal, poco va a mejorar si pensamos que basta con cambiar a los hombres (o mujeres) en la dirección de las instituciones.
Son éstas (las instituciones) las que tenemos que cambiar. Por así decirlo, les tenemos que aplicar un ‘’blindaje’’ para que no sean fácil presa de la corrupción y de la impunidad. La Policía Nacional Civil, la encargada de velar por la seguridad ciudadana, es la institución más cuestionada por la ciudadanía. El resto de la administración pública no está mucho mejor. Sólo veamos el Organismo Judicial, el Organismo Legislativo y qué decir de los Ministerios y Secretarías Generales. Todavía creemos que poner gente nueva en los puestos va a solucionar el asunto. Si queremos más seguridad y justicia, hay que cambiar por completo el sistema. Hay que descartar otras actividades en que está metido el gobierno (tales como ser banquero a través del Crédito Hipotecario Nacional) y dedicar el gobierno a las funciones que le son propias: velar por la seguridad, la propiedad y los contratos. Si sólo cambiamos la dirigencia de las instituciones sin cambiar el sistema, será muy difícil lograr la tan ansiada paz y prosperidad.
